La vida de después
- mferreror
- 2 dic 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 15 dic 2024
Los paseos se suceden, el mundo es grande y, en ocasiones, los caminos nos llevan a los lugares de descanso de los que ya no están.
Si alguna vez pensé que, al desaparecer, podría haber algún lugar, o un estado de la consciencia, en el que permanecer eternamente, disfrutando, o padeciendo, nuestra vida recreada, como en una reverberación sin fin (versión paraíso, versión infierno), hoy nada de ello queda en mí sobre la nada del después: solo es desaparecer.
Los que todavía estamos, sin embargo, los guardamos en nuestro interior, con el deseo de que se queden con nosotros, para siempre, y nos afanamos en crear la materialidad del después, de esos lugares de reposo, a veces tristes y silenciosos, a veces multitudinarios y lacrimógenos, cuando no soleados, monumentales, y mágicos.
Y así, en los paseos silenciosos e introspectivos, en las meditaciones de los viajes, en las visitas sin intenciones, no deja de llamarme la atención la grandilocuencia de nuestros diseños, la desesperada búsqueda de un aquí y un ahora donde localizar el recuerdo de una persona amada, donde intentar conectar tras su pérdida o, quizá, donde pueda llevar para siempre la vida de después.
¿Es ésta la vida de "después"?
En los viajes del último año me he encontrado degustando estos lugares, y su diseño y ornamento variopinto. Tantas moradas como en vida, tan diferentes, y de tantas clases y estilos como en la vida real, con intención básica, funcional, artística, ideológica y hasta de clase. En mis paseos, sola o acompañada, he ido registrando lo que motiva mis reflexiones, lo que veo al caminar, que nunca deja de sorprenderme.
¿Es ésta la vida de "después"? No puedo dejar de pensar.
Vistas, flores, objetos, diseños, lápidas, nichos, panteones, lugares... Todo, si bien con limitaciones pecuniarias, de localización, o de gustos, todo, todo, obedece a los deseos íntimos de la familia, los amigos, o de los propios protagonistas. Los deseos en vida que perduran más allá de la muerte... al menos durante algún tiempo a la vista.
¿Es ésta la vida de después?
Y después ¿qué más dará, si nadie recordará ya a nadie anónimo? Entonces sólo los ilustres tendrán derecho al recuerdo eterno, tan eterno como la memoria de las palabras, los registros, la historia escrita o grabada. Y, sin embargo, todavía miles de panteones y esculturas nos recuerdan a esos anónimos de siglos pasados. ¿Alguien se identificará aún con su estirpe? ¿Por qué querremos que las construcciones sean magníficas? ¿Para garantizar esa vida eterna soñada, para sentir que viviremos para siempre en ese después?
¿Es ésta la vida de después?
Puede, para algunos. Es posible que algunos sigan allí, donde sus queridos van a continuar sus conversaciones apenas interrumpidas, donde se sientan a respirar el mismo aire, a leer juntos los versos no leídos.
Otros esparcirán las cenizas al viento, para su unión a la tierra, al polvo, o a sus lugares favoritos en vida. ¿Ellos no tendrán, acaso, esta vida concreta y material del después? ¿La tendremos, la tendrán, sólo según el lugar de elección?
Intuyo que se quedarán igualmente con nosotros, y nosotros nos quedaremos con ellos.
Yo también querré volar en el espacio-tiempo, y desaparecer en la expansión infinita del ser corporal, pero quedarme en mis seres queridos, para siempre.
Ahora, como siempre, pon la música y vuelve para atrás sobre tus pensamientos en el cementerio, para volver a disfrutar las imágenes y pensamientos con ella. Esta vez con Jamie Cullum: "Endings are beginnings" (los finales son los principios). Sería un buen final.
Fotografías realizadas con un iPhone Xs, y algunas con la cámara Panasonic Lumix GX8, a lo largo de varios paseos reflexivos en distintos cementerios y memoriales: Bidart, Bucarest, Edimburgo, Granada, Pedro Bernardo, Spean Bridge, varios pueblos de la Ribeira Sacra en Galicia, y varias localizaciones en las islas de Malta y Gozo. No olvides pinchar las fotos para verlas enteras.
Fue el paseo por el magnífico Cementerio de San José, en Granada, en abril de 2023 el origen de esta entrada. ¿Realmente necesitamos de la monumentalidad explosiva para tener una vida después? y ¿Por qué la belleza del entorno, su cuidado y urbanístico diseño, su elevado emplazamiento sobre las magníficas vistas? ¿Subir a leer a este cementerio podría tener un efecto diferente en la lectura? ¿Pasear en un cementerio (así) facilita la reflexión? Y así, mil más. Desde luego, fue muy inspirador: me puse a pensar en los cementerios retratados en mis viajes y paseos, recientes y lejanos... Aunque aquí solo hay fotos de 2019 a 2023, me recuerdo paseándolos y fotografiándolos, al menos desde uno precioso y evocador, lleno de estelas celtas, en Bretaña en 1992. Y eso, sin declararme "turista de cementerios", ni estar loca por ellos (claro que son un clásico, literario, visual y viajero), sino por sólo dejarme llevar en los paseos por los mapas. Aunque, estoy segura, seguiré haciéndolo.
Mi respeto para las personas que aparecen en cualquier entrada de este blog, dónde sólo quiero recoger el pulso y la vida de la calle. Si te reconoces en alguna de ellas, puedes hacer comentarios, o pedirme que la retire, si es tu deseo.
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