Espacios de paso en Puglia
- mferreror

- 24 ene 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 11 may
Este viaje por Puglia, en el tacón y alrededores de la maravillosa Italia, rodeada por el Adriático y el Tirreno, fue totalmente inesperado, y empezó directamente tras el pie a tierra desde el avión, en un viaje cuyo destino inicial iba a ser la bella Nápoles, en la costa Mediterránea.
Vivir entre las olas de una pandemia tiene eso: que no puedes programar viajes con mucha antelación, so pena de perderlo por restricciones fronterizas, aumento siniestro de casos, o por tu propio contagio o contacto con positivos, es decir, la enfermedad o la cuarentena y el mismo confinamiento en ambos casos.
(Psss... no olvides pinchar las fotos para verlas enteras, y moverte adelante y atras atrás con las flechas).
Parece mentira, pero el cambio del mundo influye en cómo nos vamos tomando la vida cada uno. Para algunos, viajar no es negociable, y terminamos encontrando pequeños resquicios para movernos, a veces algo más lejos, las más de las veces, en la proximidad. Te acostumbras al "aquí te pillo, aquí te mato", y la organización puede restringirse a elegir un destino, ver los casos incidentes, la disponibilidad de vuelo, si se precisa, y la existencia de alojamientos libres en cantidad suficiente como para ir reservando sobre la marcha. Y así fue.
No llevar reservadas más que las dos noches iniciales conllevaría que a partir del tercer día empezaríamos a improvisar el camino, y las etapas. Y mi amiga Virginia quería tener un poco del Adriático para degustar en sus recuerdos, así que fuimos posponiendo Nápoles y la costa amalfitana hasta que ya no fue posible ni planteárnoslo, y nos dedicamos pura y llanamente a esa región poco conocida, y nada publicitada (los italianos se la callan para no tener que compartirla con los extranjeros que caen rendidos a sus pies) de la Puglia, ahí es nada.
Pienso que haber terminado en la Puglia como destino es toda una serendipia*, que añado a mi colección.
*Serendipia: Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual.
Le dedicamos 9 días, pero se nos hicieron muy, muy escasos. Nos sumergimos en ella en un brillante otoño, con algunos días de lluvia, otros de viento, y los más frecuentes, días de azul y luz, como decía la canción Volare, "nel blu dipinto di blu", que cantaba Domenico Modugno, nacido y venerado en la tierra. Y vaya si la pusimos, a toda máquina surcando las carreteras hacia el sur turquesa de fondo de ciudades de arte en dorada piedra caliza, o en decadentes poblaciones medievales de vigas y muros semiderruídos.
Ya no olvidaremos los nombres de Bari, Polignano a Mare, Monopoli, Alberobello, Brindisi, Lecce, Taranto, Gallipoli, Santa María de Leuca, Otranto, Ostuni, Matera, Trani. Cada una con su perfume y, casi siempre, más embriagadora que la anterior. Totalmente enamoradas, volvimos de la Puglia, del Salento, del Tirreno y del Adriático, costas-joya, como el adorno natural final de esos rincones de cultura y belleza creada por el hombre.
Escribo la entrada porque me apetece mezclarme de nuevo con los recuerdos, cerrar los ojos, y disfrutar de las sorpresas del viaje, que lo fueron todas, de pura improvisación. Todas las noches cerrábamos los ojos queriendo guardar la imagen de lo respirado, para poder hacer lo que ahora vuelvo a patear con todos mis sentidos.
Cuando me he puesto a seleccionar unas cuantas fotos para hacer alguna serie para Instagram recordé que los accesos privados a las casas, tipo patio de entrada, paso de carruajes, en sus tiempos, me llamaron mucho la atención, y que me puse a coleccionarlos sobre la marcha. Sobre ellas se centra el corazón de esta entrada, aunque termine la postal con alguna que otra idea de contexto de lo que las rodeaba.
Después, seguí coleccionando arcadas y túneles de paso en las propias calles, ¡otra maravilla!
Y ahora volvemos para atrás a caminar de nuevo con las fotos, escuchando a los Gypsy Queens en su versión de L’Italiano, de Toto Cutugno.
Fotografías realizadas con mi iPhone Xs, puesto el chip del disfrute en la mirada, y la paciencia benevolente de Virginia, a la que dedico esta entrada disfrutando de nuevo muchísimo de su presencia y su espíritu a mi lado en el viaje.
Fotos de Bari, Lecce, Matera, Monopoli, Ostuni, y Taranto.
Mi respeto para las personas que aparecen en cualquier entrada de este blog, dónde sólo quiero recoger el pulso y la vida de la calle. Si te reconoces en alguna de ellas, puedes hacer comentarios, o pedirme que la retire, si es tu deseo







































































La verdad que el sitio merece la pena, y tuvisteis la suerte de que había incluso pocos italianos... 🙂