top of page

Bialowieza

  • Foto del escritor: mferreror
    mferreror
  • 10 oct 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 30 mar 2024

Sólo una palabra, su nombre, debe ser la que defina esta entrada.

El maravilloso vestigio de lo que alguna vez pudo ser una buena parte de la superficie terrestre, al menos en zonas de clima continental europeo y sus equivalentes en otras regiones del planeta tierra.

Lo etiquetan como el último bosque virgen de Europa, y lo equiparan, en su "virginidad" a las escasas selvas amazónicas, y algunos desiertos que todavía quedan como tal, a resguardo de la mano y la mente humanas. Su estado se ha mantenido en ese equilibrio desde hace unos 10.000 años. A modo de potencial protección, ha sido nombrado Reserva de la Biosfera, y también Patrimonio Mundial de la Humanidad. Pero no son pocas las amenazas que se ciernen.

Como siempre, en este blog, pincha las fotos para verlas enteras, y si encuentras flechas, es que debes pincharlas también, para hacerlas avanzar en tu recorrido.



En su antesala, mientras esperamos a nuestro guía (qué suerte que estuviera libre en un "aquí te pillo, aquí te mato", aunque aquí, en este contexto, suene muy mal), nos entretenemos apreciando algunos edificios alrededor, y disfrutando del sol de una bonita mañana de julio. A pesar del pleno sol, la temperatura es asumible todavía. Hay poca gente: aparecen, aparcan unos minutos, y se van. Otros pasean en bicicleta. La pandemia hace sus estragos, y este lugar no va a ser una excepción. Otra vez, qué suerte (qué mala suerte la pandemia o, a lo peor, no fue la suerte, y también apareció de nuestra mano, al descuidar nuestro mundo ambiente).



Comenzamos a caminar, lentamente, mientras Joao destila poco a poco su sabiduría, y atravesamos otras antesalas. Parecen naturales, pero no lo son. Son paisaje alterado por la mano del hombre. Deforestaciones, praderas, plantaciones, cultivos, caminos, verjas. Toda una franja de impresionantes árboles, y distancias casi infinitas, más allá de las cuales divisamos una verdura intensa, como una banda que subrayara el infinito, en toda su extensión a nuestro alrededor. Esa estrecha banda irá creciendo a su vez, y será otra antesala, esta vez tejida de bosque germinal: si permaneciera intocable durante otros diez mil años, se habría convertido en una nueva capa de bosque primario, tal como aparece el corazón del bosque de Bialowieza, donde los ciclos de la biomasa y del agua autorregulan por sí mismos la supervivencia estable de esta porción de naturaleza en equilibrio.



El paseo, que durará unas tres horas, según nos cuenta, se extiende más allá de ese lapso en la subjetiva percepción del tiempo, pues cerrar los ojos tiene esa virtud de hacer que sientas un espacio-tiempo entre paréntesis del tiempo real, y los olores y la humedad te ayudan en ese proceso, y podrías flotar a salvo para siempre con ellos.

Y sí, hay caminos, de distintos tipos, de los que no se puede salir para no afectar a la naturaleza intacta que atraviesan.

Nada más traspasar el umbral de este santuario, la reserva de especial protección, la primera impresión es que de repente el cielo ha desaparecido, y la segunda, la de estar ante un cierto desorden, silencioso, muy húmedo, y muy verde. El bosque virgen significa que no ha sido alterado, talado, o repoblado en ninguna forma. Todo lo que "muere" sencillamente no muere definitivamente, porque se incorpora, en una forma diferente, a la biomasa del lugar que, desde ese punto de vista, permanece intacta. La madera de los troncos literalmente se pulveriza y termina formando el suelo que pisamos, junto a las hojas: toneladas y toneladas de compost natural, que terminará incorporándose a las nuevas plantas y árboles. El agua flota en el aire y, a la vez, se siente bajo los pasos, almohadillados, o se ve en los reflejos, entre los troncos y la vegetación.



Pero una vez acabado sientes que fue realmente corto, que desearías quedarte a sentir el entorno unos cuantos días o semanas más, para realmente enterarte de que sucedió.

Una sola visita, un único paseo, no bastan para saciar esa extraña necesidad de querer permanecer inmersa en el corazón de una casi extinta naturaleza no domesticada. Nuestro guía, Joao, nos pone los dientes largos cuando nos cuenta que hoy solo vamos a disfrutarla con los colores, olores y sonidos del verano, y que en cada estación las percepciones son únicas y diferentes. En el verano estás rodeado de los mil matices del verde, o algunos más, brillantes y cambiantes con la luz. A ratos desconecto y me lo intento imaginar en el espectral silencio de una mañana nevada, bajo los colores del caer de una tarde de otoño, y con el tintineo de las hojas en una lluvia de primavera.



Sientes rabia cuando piensas que una realidad como esta sólo se mantiene porque la cuidan como una reserva especial pero cerrada, a la que sólo se puede acceder y pasar sus verjas y barreras como "anomalía", bajo vigilancia, con horarios, con límites, en suma. Sientes rabia porque la tuvimos a nuestro alcance en libertad, y nuestra mal llamada libertad casi ha acabado con ella. Sientes rabia porque seamos una especie destructora en sentido amplio, a pesar de nuestra gran "autoestima cognitiva".



Esta vez la música que acompañará nuestro paseo, volviendo a empezar desde arriba es la suite de la serie Planet Earth II.



Fotografías realizadas con un iPhone Xs, procesadas de forma básica con su aplicación nativa Photos.


Muchas gracias, Joao, por un paseo tan estimulante, tanto por la apabullante belleza de la naturaleza en estado puro, como por tu interesante conversación. Encontré un interesantísimo artículo tuyo que me ha hecho revivir el paseo.


NOTAS SOBRE EL BOSQUE DE BIALOWIEZA.

1. Cuando preparé esta parte de nuestro viaje a Polonia, sugerencia de mi amigo Gonzalo, recordé que durante el confinamiento pandémico me había encantado ver las poéticas imágenes de este artículo sobre Bialowieza, y leer aquí su texto, donde el fotógrafo Pablo Chacón aporta una versión contextualizada de los valores de este bosque.


2. Y, al preparar esta entrada, quise leer de nuevo algo más, y encontré este interesante artículo donde, ¡qué suerte, qué casualidad!, también disfrutaron de nuestro guía Joao. Nos cuentan sobre la fragilidad de esta naturaleza en equilibrio, y sus "humanas" amenazas.




Comments


Segovia, Castilla y León, Spain

© 2016-25 por Marta Ferrero Fotografía

bottom of page