Albania en la calle
- mferreror
- 18 nov 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 30 mar 2024
Como en otros ejercicios vacacioneros o vacacionísticos de los últimos años (por ejemplo, los de Lisboa, Milán, Toscana, Puglia, Kotor, Bilbao o Polonia a color y en blanco y negro), al llevar unos días en un nuevo lugar me encanta pensar en cuál será el tema fotográfico para elaborar un ejercicio en este blog (y no olvides pinchar las fotos para verlas enteras, y mejor en el ordenador).
Digamos que no quiero retratar lo más famoso del lugar, sino que el entorno quede patente, pero al enfocar de forma repetida y protagonista algún elemento que me llama la atención de ese viaje. En Lisboa fueron los escaparates, en Milán los tranvías, en Toscana las miles de ruedas en diferentes modalidades, en Puglia los lugares de paso y los zaguanes, en la Bahía de Kotor la melancolía del paseo en una tarde de lluvia, en Bilbao su arquitectura en blanco y negro, y en Polonia sus calles, en color de día, y de noche en b&n.
De algún viaje previo tengo claro cuál era su leit motiv, pero entonces no hacía ejercicios fotográficos (por ej., los pozos de agua en las calles y plazas de Venecia), y de otros las fotos todavía están esperando una tarde inspirada para sentarme a escribir junto a la selección de fotos.
En Albania fui cambiando el foco.
Al inicio me llamaron la atención los intensos contrastes arquitectónicos. Frente a las construcciones de viviendas populares, llenas de cables y antenas variopintas, en las que cada vecino añade o quita lo que le parece a sus terrazas y ventanas, y las fachadas terminan pareciéndose a un trabajo de patchwork, vemos arquitectura histórica así como moderna de acero y cristal, con colores e iluminaciones llamativas
Este viaje, desde la irrupción de la pandemia por el coronavirus, es el primero que no ha sido improvisado a lo largo de los días por ese motivo, y ésta ni siquiera ha influido en su organización (por primera vez no hemos mirado incidencias, o modificado itinerarios por las mismas), aunque sí hemos refrescado los certificados digitales para evitar problemas de desplazamientos, el acceso a lugares, y tal). Era poco frecuente ver a la gente con sus mascarillas, pero por precaución (el virus no se fue, solo lo estamos ignorando, pero en julio de 2022 deberíamos seguir vigilantes) seguimos usando religiosamente nuestras mascarillas en todos los interiores y medios de transporte comunitarios.
Aunque si tuviera que destacar un medio de transporte estrella en este viaje, sin duda, hablaría de las bicicletas, que usan para todo desplazamiento por la ciudad y tb por carreteras de proximidad.
El destino elegido fue recorrer libremente Albania, un país del que no tenía muchas referencias porque fue el más desconocido de Europa durante muchas décadas, y solo visitable desde hace 30 años, cuando a rebufo de la caída del muro de Berlín y tras una revolución popular propia, se abrió al mundo: en su visita supimos que durante años, las personas extranjeras que se contabilizaban al entrar en el país no superaba más de unas pocas decenas al año. Esto ha hecho, si cabe, más interesante su exploración.
De aquello, de expresiones comunes del tipo "el clan de los albaneses", con sus referencias a la mafia local, y de la ignorancia, te imaginas un país sombrío, extraño, y hasta peligroso, con las imágenes guardadas de las pelis que muestran la Europa del Este antes de la caída del Telón de Acero. Y sí, seguro que es una mezcla, pero lo que vimos en este fantástico viaje fue un país mediterráneo, semillado por las culturas viajeras del sur de Europa. Para resumir: a los albaneses, como a nosotros, nos encanta disfrutar de la calle, y son muy sociables y familiares.
Aunque no sean sólo las calles y ciudades lo que constituye su indudable riqueza, pues son numerosos los enclaves históricos y arqueológicos en esa región europea, ricos por las idas y venidas de civilizaciones, sino también su enorme patrimonio natural, tanto costero como montañoso, lacustre y geológico.
Una delicia de viaje al que hay que poner fin sin agotar la lista de lugares de deseo, así que quedaron muchos esperando una nueva aventura. Las "Spanish Ladies", como nos gustaba llamarnos, cabalgarán y patearán de nuevo, con su "económico" vehículo, o con cualquiera otro que se atreva con nosotras.
Nada más llegar, nos sorprendió su afición por las luces de colores en la ciudad.
Puedo decir que, en general, me ha sorprendido la calidez y la humanidad de la gente, siempre dispuesta a ayudarte o a colaborar contigo, a hilar la hebra en una conversación casual o más profunda, y en todo caso, a intentar la comunicación con cualquier herramienta, por rudimentaria que pudiera parecer. Incluso pienso que caminar por sus calles me parecía exactamente como hacerlo por nuestras calles españolas, con hábitos sociales completamente parejos, en cuanto al uso en familia, la invasión de los parques, pasar el tiempo con los amigos en actividades lúdicas, y los horarios nocturnos extendidos, y con percepción de total seguridad para patearlas, solas o acompañadas, jóvenes y mayores.
No puedo olvidar lo que me llamó la atención la convivencia callejera de los perros "librevivientes" con los humanos, canes que vivían y dormían pacíficamente a nuestros pies, literalmente, en cualquier rincón de las ciudades, tanto en aceras como en el centro de las calzadas, tanto en cruces como en rotondas. Todavía no he decidido en si me parecía una vida en libertad, o una vida en soledad, una vida respetada o una vida abandonada, pero lo que tengo claro es que me resultó muy llamativo, y para recordar en uno de mis ejercicios fotográficos.
Tradición y modernidad, lo viejo, lo nuevo y lo decrépito, entremezclados sin fin en una amalgama de pueblos y ciudades.
El tema de la Albania natural, una maravilla, ya lo dejo para otra entrada.
Y ahora, para volver a las calles, a caminar con la alegre música albanesa, una contemporánea y sorprendente mezcla de tradición y modernidad, con la representante en Eurovisión 2022 Ronela Hajati, y su Sekret, que cuenta una conocida leyenda albanesa.
Fotografías realizadas con un iPhone 10X, mucha curiosidad, y enormes ganas de disfrutar conociendo por primera vez un encantador país, lleno de gente estupenda.
Mi respeto para las personas que aparecen en cualquier entrada de este blog, dónde sólo quiero recoger el pulso y la vida de la calle. Si te reconoces en alguna de ellas, puedes hacer comentarios, o pedirme que la retire, si es tu deseo.
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