Un día precioso de invierno, bajo un intenso cielo azul y a sólo unos pocos grados bajo cero, decido seguir a mi guía en la montaña. Tres horas de ascenso pisando diferentes tipos de nieve casi acaban conmigo, pero bien mereció la pena.
No hay nada como un guía con estrella ;-)) (como las Michelin, más o menos) así que le dedico esta entrada a Gonzalo. ¡Gracias por tu paciencia con la novata!
Y ¿qué estaba fotografiando mi guía?
Yo nunca había visto la nieve como la vimos ese día, o no la recuerdo al menos. Sólo puedo decir que la visión era espectacular. Igual que el tacto. Intentaré describirla con unas cuantas fotos de detalle:
Millones de cristales gigantes, dispuestos de punta como el césped, creando mullidas praderas de insólita belleza. Y, al acariciar la nieve, la sensación de lo etéreo disgregándose en fríos polvo y agua. Maravilloso.
Paisajes limpios, en calma, sin sonido, excepto nuestras pisadas.
La nieve, pero también el hielo (y la luz!), fueron los protagonistas, sobre las rocas, cristalizado y pulido, en los pequeños ríos y riachuelos, sobre las pequeñas cascadas, y goteando en las coníferas. ¡Bonito espectáculo!
Acabo con un paisaje japonés.
Bueno, un paisaje de la Mujer Muerta, con unas nubes muy japonesas que posaron brevemente sobre ella y las tomamos prestadas para la foto.
Y, para escuchar mientras subes con energía a la montaña con nosotros: Snow, de Red Hot Chili Peppers, 2006.
Fotos realizadas con la cámara Panasonic Lumix DMC GF6, y el objetivo Lumix G X Vario 12-35 f2.8, y el Lumix G X Vario 45-175 f4.0-5.6, en un paraje llamado "el Chozo Aranguez", bajo la atenta mirada de Peñalara, y con la Mujer Muerta en el horizonte.